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La incorporación de la perspectiva de género en las medidas de prevención es un resultado directo del avance de nuestro Plan de Igualdad. Este plan no sólo tiene como objetivo garantizar unas condiciones justas por razón de género, sino que también reconoce las diferencias y desafíos específicos que enfrentan mujeres y hombres en el entorno laboral.
El teletrabajo trae consigo numerosos beneficios, pero está lejos de ser la solución mágica esperada. A lo largo de los años, se evidencia que la sobreconexión digital, la soledad, el estrés y la fatiga son realidades que afectan de manera diferente según el género. Por tanto, cualquier enfoque para mejorar la calidad del teletrabajo y proteger la salud de empleados/as debe tomar en cuenta estas diferencias, promoviendo un entorno más saludable y equilibrado.
La problemática recién planteada es especialmente visible en sectores como el tecnológico, un campo altamente masculinizado en el que el teletrabajo es una práctica común. Las mujeres que forman parte de este área profesional, ya de por sí una minoría, enfrentan algunos retos adicionales. Aunque la intención u objetivo del teletrabajo es facilitar la conciliación entre la vida laboral y familiar, para muchas mujeres la realidad es muy distinta, y este modelo puede convertirse en una fuente de estrés constante, agravada por la doble carga de trabajo y las responsabilidades del hogar que aún siguen asumiendo en mayor medida las mujeres (como más adelante mostraremos).
Por todo ello, hemos elaborado esta Guía de Prevención de Riesgos Laborales con Perspectiva de Género, que se estructura en tres secciones:
1️⃣ Punto de partida: Datos estadísticos que fundamentan la guía. 2️⃣ Medidas específicas que Z1 ofrece para prevenir los riesgos asociados al estrés en el teletrabajo.
3️⃣ Recomendaciones adicionales aplicables a toda la plantilla, con especial atención a las necesidades y realidades de las mujeres.
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Aunque esta guía está planteada principalmente para abordar las dificultades que enfrentan las mujeres, no excluye a los hombres, ya que está especialmente dirigida a aquellas personas que asumen las responsabilidades familiares y de cuidado del hogar. Para estos compañeros, el teletrabajo puede ser igualmente estresante, y se deben tener en cuenta sus necesidades y realidades a la hora de diseñar estrategias de prevención.
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La pandemia de la COVID-19 trajo consigo un aumento masivo y forzado del teletrabajo. Según un estudio de la ONU y la OIT, ****la proporción de personas que trabajaban desde casa se disparó del 11% al 48%.
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Este cambio, en un primer momento, parecía ofrecer beneficios evidentes, como la posibilidad de mejorar el equilibrio entre la vida laboral y personal. Con la eliminación de los desplazamientos diarios y una mayor flexibilidad horaria, la población trabajadora podía gestionar su tiempo de manera más eficiente, dedicando así más espacio a su vida familiar y personal. Aparentemente, el teletrabajo ofrecía una vía para reducir el estrés vinculado al entorno laboral tradicional, como las tensiones del tráfico o las interrupciones constantes en una oficina. Además, el hecho de poder tener control sobre el espacio y ritmo de trabajo generaba una mayor sensación de autonomía y satisfacción, lo que en muchos casos se traducía en una disminución del absentismo laboral.
especialmente para las mujeres
A pesar de estas ventajas aparentes, no todo resultó positivo. Un estudio del Observatorio de Liderazgo en la Empresa de la UPF-BSM, titulado "La sobreconexión digital en la empresa afecta especialmente la salud de las mujeres", reveló que, dentro del colectivo profesional, las mujeres estaban enfrentando desafíos complejos en este nuevo entorno laboral.
Altos niveles de estrés por sobreconectividad digital
El estudio mostró que la sobreconectividad digital, es decir, el estar continuamente conectadas a sus dispositivos laborales, estaba provocando altos niveles de estrés y fatiga digital en las mujeres que teletrabajaban.
Diferencias significativas en el estrés entre géneros
Mientras que el 71,4% de las mujeres reportaba sentirse estresada, solo el 58,1% de los hombres experimentaba ese mismo nivel de tensión. La diferencia era significativa, y no solo en términos de estrés.
La fatiga digital impacta más a las mujeres
La fatiga digital también golpeaba más fuerte a las mujeres, con un 60,7% de ellas afirmando que se sentían agotadas por la constante exposición a las pantallas y las demandas digitales, en comparación con el 46,3% de los hombres.
Resignación ante los efectos negativos de la sobreexposición
Lo más preocupante era que, aunque tanto hombres como mujeres eran conscientes de los efectos negativos de esta sobreexposición digital, parecía haber una resignación generalizada. Solo un pequeño porcentaje, el 14% de mujeres y el 18,2% de hombres, minimizaba los impactos sobre la salud.
La soledad como efecto colateral del teletrabajo
La sobreconectividad digital también generaba un efecto colateral inesperado: la soledad. En el ámbito emocional, las mujeres y los hombres tenían percepciones muy distintas sobre la relación entre estar todo el día conectados y el sentimiento de aislamiento. Un 42,7% de las mujeres que teletrabajaban aseguraba que pasar tantas horas frente a la pantalla las hacía sentir solas. Paradójicamente, la mayoría de los hombres manifestaba lo contrario, con un 40,3% de ellos afirmando que no sentían esa soledad.
Compromiso laboral: una perspectiva diferente entre géneros
Curiosamente, esta misma conectividad digital también revelaba una diferencia en el compromiso laboral. Las mujeres, más que los hombres, se sentían más conectadas y comprometidas con la empresa. Un 46% de las mujeres así lo expresaba, frente al 40% de los hombres. Sin embargo, había una percepción común entre ambos géneros: una mayor conectividad digital no siempre se traducía en una mayor productividad. No obstante, para muchas mujeres, estar constantemente disponibles resultaba beneficioso para su carrera profesional.